Aurora, la castañera.

En una calle del centro de una ciudad de los 60, había una castañera, de nombre Aurora, que cada otoño alquilaba un portalito.

Un portal viejo, pequeño y desconchado, pero suficiente para resguardarse de las inclemencias del tiempo por el módico precio, que su bolsillo le permitía pagar y para poder vender sus sabrosas castañas mientras su corazón latía al ritmo del serial que tarde a tarde le llegaba desde su pequeño transistor.

Un portal oscuro e inhóspito, que florecía en el instante en que ella llegaba, para languidecer de nuevo con su partida.

 Al aroma que salía de su estufa, pareciera que la calle cobrara vida y hasta los pájaros respondían al olor de sus castañas.

En cuanto anochecía, a la luz de un pequeño candil, su pelo brillaba como si el sol mismo lo iluminara, como si ella fuera la dama que delicadamente danza bajo la imponente araña de un salón de baile.

Como si su gorro de lana fuera de encaje y plumas, su raído jersey y su chal fueran de seda, como si los gruesos calcetines que asoman sobre sus botas fueran de cristal y charol, como si sus humildes mitones fueran guantes de la piel mas suave.

Y ajena a la mirada del caballero que embelesado la contempla y la retrata tras el balcón del otro lado de la calle, ella lía y llena de castañas un cucurucho mientras sueña....

Aurora es romántica, soñadora, cariñosa, dulce y encantadora.
Y alguna persona afortunada, podría llevársela a su casa. 

Esta entrada es para presentarla. La próxima, será para hacer un sorteo por mi primer aniversario como bloguera y por llegar casi a los 200 seguidores (Solo me faltan 2)

Espero que os guste mi castañera.
Gracias por la visita.